Dr. Juan C. Arguello
Médico general con especialidad en Cirugía plástica
juancarguello@hotmail.com
El nombre en latín para la zona donde está alojado el estómago y el intestino es abdomen por lo que los médicos emplean términos como “dolor abdominal” o “molestias abdominales” para referirse al dolor de estómago o dolor intestinal. El dolor abdominal es una de las molestias más frecuentes.
Puede aparecer de forma repentina (dolor abdominal agudo) o mantenerse durante un periodo más largo y repetirse en el tiempo (dolor abdominal crónico). El dolor abdominal puede aparecer en distintas partes del abdomen, según la causa que lo haya provocado, o difuminarse por toda la zona abdominal.
El dolor abdominal puede ser vago, espasmódico o presentarse en forma de cólico. Además, se puede presentar asociado a distintos síntomas digestivos y extra abdominales. Entre los síntomas que pueden acompañar al dolor abdominal se encuentran los siguientes: náuseas, vómito, ardor de estómago (pirosis), diarrea, estreñimiento, gases, distensión abdominal, abdomen en tabla (rigidez de la pared abdominal), hemorragias, fiebre, tos, dificultad respiratoria, mareos.
El dolor abdominal es un síntoma que puede indicar la presencia de numerosas enfermedades del aparato digestivo. A menudo, está relacionado con causas inofensivas, como por ejemplo una mala alimentación o una digestión pesada. Junto con el estómago y el intestino, en la zona abdominal se encuentran otros órganos como el hígado o el bazo que podrían ser la causa del dolor. El dolor también puede ser debido al estrés o a problemas psicológicos. El dolor en la zona abdominal también es un síntoma de enfermedades como el síndrome del intestino irritable.
El dolor abdominal es muy frecuente durante la menstruación. Muchas mujeres sufren de forma regular dismenorrea. Si el dolor es muy intenso es recomendable visitar al ginecólogo porque puede ser por una enfermedad ginecológica como la endometriosis.
A su vez, los dolores en la zona abdominal pueden indicar una situación de emergencia si empiezan de forma brusca, son muy agudos y se van intensificando en un periodo corto de tiempo (de minutos a horas). Esto puede ser un signo de advertencia de una enfermedad grave. El estado general del enfermo suele empeorar rápidamente (palidez, náuseas, sudoración excesiva, cambios de coloración en la piel e hipotensión). En estos casos se recomienda acudir al médico lo antes posible.
Causas
Casi ningún otro síntoma tiene tantas posibles causas como el dolor abdominal. La mayoría de las veces se trata solo de algo inofensivo, como molestias estomacales. Otras causas frecuentes del dolor abdominal son el intestino irritable, infecciones o intolerancia a los alimentos. Sin embargo, el dolor abdominal puede ser un indicador de enfermedades más graves como, por ejemplo, un cáncer del aparato digestivo.
En la mayoría de los casos, la verdadera causa del dolor abdominal se encuentra en los órganos localizados en el abdomen como el intestino, aunque en algunas ocasiones el dolor proviene de otros órganos localizados cerca del abdomen como, por ejemplo, el corazón.
A veces, el dolor abdominal se localiza alrededor de la zona del órgano afectado. Los dolores en la parte superior derecha del abdomen indican, por ejemplo, una enfermedad en la vesícula, mientras que, si el dolor está en la parte inferior derecha, puede tratarse de apendicitis. Sin embargo, en los casos de molestias estomacales o intestinales y en casos de intestino irritable, los dolores no se localizan en una zona determinada del abdomen; y los médicos hablan de dolores abdominales difusos.
Estos son algunos ejemplos de las numerosas causas posibles de dolor abdominal agudo o crónico:
Mala alimentación (rica en grasas, desequilibrada, estrés, problemas psicológicos, infecciones intestinales, alergia e intolerancia a los alimentos (por ejemplo, intolerancia a la lactosa, intolerancia a la fructosa o la celiaquía), intoxicación alimentaria (por ejemplo, intoxicación por pescado o intoxicación por hongos), estreñimiento, inflamación de la mucosa gástrica (gastritis), úlcera gástrica y úlcera de duodeno, reflujo gastroesofágico. Esofagitis (inflamación del esófago), inflamación crónica del intestino (por ejemplo, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa), apendicitis, infecciones por parásitos, entre otros.
Es necesario complementar la anamnesis con una exploración física, en la que se mide la temperatura, el pulso y la tensión arterial y se observa al paciente con detenimiento para determinar el estado general del paciente, el grado de dolor y posibles cambios en el color de la piel. La exploración se centra especialmente en la zona del abdomen del paciente. Se suele prestar especial atención a la posibilidad de que el abdomen esté distendido o presente bultos (por ejemplo, en la ingle, para detectar una hernia inguinal) o si tiene cicatrices de cirugías anteriores o traumatismos.
El médico ausculta el abdomen del paciente con el estetoscopio, para detectar la presencia de soplos en la aorta abdominal. También realiza la palpación del abdomen del paciente con las manos, para localizar el punto exacto del dolor, objetivar la presencia de masas o descartar un abdomen en tabla. Además, el médico puede darse cuenta si aumenta el dolor con la presión o al retirar las manos rápidamente, lo que podría indicar determinadas causas del dolor abdominal. Finalmente, en la exploración rectal (tacto rectal) se busca la presencia de masas, dolor y sangre.
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