Joshy Castillo
Periodista
@JoshyCastillo
Nicaragua volvió a ser noticia internacional cuando el 18 de abril de este año, una protesta pacífica de jóvenes fue reprimida violentamente por el gobierno de Daniel Ortega. Dos días después, los muertos llegaron a 25 incluyendo un niño de 15 años, Alvaro Manuel Conrado Dávila. La violenta respuesta del régimen reafirmo lo que movimientos de oposición denunciaron por años: Ortega incubaba una dictadura más cruenta que la de Anastasio Somoza, el otro dictador derrocado en 1979.
El cierre de espacios de comunicación, la represión a las expresiones pacificas de la sociedad civil, la falta de acceso a información clave en base a una ley, la corrupción de parte de grupos allegados al poder, el nepotismo en la gestión pública, y los fraudes en las elecciones de últimos diez años, crearon un rechazo hacia el régimen solo detenido por el miedo de la población a ser atacado por grupos de turbas y paramilitares acompañados de la policía nacional.
Mientras los países de la región se congraciaban con el régimen de Ortega, y Estados Unidos mantenía una cercanía apoyando la lucha contra el narcotráfico, la sociedad civil se mantuvo alerta ante las señales de una dictadura cruel.
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Los arrestados por protestar son llevados a un centro de detenciones y torturas conocido como el Chipote, famoso durante la dictadura de Somoza. Las madres permanecen días esperando noticias de sus hijos. Fotos: Carlos Herrera: Confidencial
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Los arrestados por protestar son llevados a un centro de detenciones y
torturas conocido como el Chipote, famoso durante la dictadura de Somoza.
Las madres permanecen días esperando noticias de sus hijos.
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Una madre marcha por su hijo muerto durante las protestas en Nicaragua. El régimen de Ortega ha asesinado a más de 300 personas según la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.
Una pérdida por un incendio no atendido en una reserva natural y una reforma al seguro social, desencadenaron el malestar guardado por más de diez años.
Los jóvenes universitarios, en su gran mayoría, levantaron su voz para denunciar la indolencia del régimen, y el abuso contra adultos mayores al cargarle más sus reducidas pensiones sociales.
La empresa privada, complaciente con el régimen durante los últimos años de presidencia de Ortega, reaccionó a las muertes de los primeros estudiantes. El divorcio estaba servido. Sin embargo fue la Iglesia Católica, encabezada por el Vicario de Managua Silvio Báez, crítico del régimen y el Cardenal Leopoldo Brenes, quienes respaldaron la protesta juvenil como un derecho de los pueblos a alzar su voz. Solo un Diálogo Nacional podía salvar al país dijeron y se ofrecieron como testigos y garantes del diálogo. Ortega acepto. Sin embargo solo para ganar tiempo. Ni detuvo la represión ni acepto elecciones adelantadas, tal y como pidieron los representantes de la sociedad civil en el diálogo.
El pueblo salió a la calles y ya no se detuvo. Tras más de 100 días de protestas, según organismos de derechos humanos, los muertos se cuentan por más de 400. Otros asumen 319. Pero el gobierno, que debería llevar las cifras al día, solo reconoce 197. La misión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que visitó Nicaragua comprobó en su primer informe 285 muertos, mismos que ya escalaron a más de 317 según la misma CIDH.
Las oficinas de la embajada norteamericana cerraron al público y prácticamente hay un estado de sitio en Nicaragua. Al caer la noche, la capital Managua, parece pueblo fantasma.
Como en una re-edición, volvieron los secuestros, los asesinatos de noche, las desapariciones, las capturas ilegales, y en un alarde de estupidez, armaron a grupos irregulares de paramilitares al estilo sicariato, para reprimir las protestas que se suceden cada día. Porque el pueblo de Nicaragua, de todos los rincones del país, dijo BASTA al régimen de Ortega.
La Organización de Estados Americanos, OEA, tras semanas de recibir críticas por su no actuar contra el régimen a pesar de los estatutos que la rigen y a pesar de las visitas de su secretario general a la capital Managua, aprobó con 21 votos el pasado 18 de julio una resolución condenando la violencia, la represión, las violaciones a los derechos humanos y los abusos en Nicaragua. Y la primera semana de agosto acordaron enviar un grupo de trabajo a Managua.
¿Qué pasara más adelante? El pueblo nicaragüense pide elecciones adelantadas. Es la única salida a un régimen reprobado.
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